Victor RivadeneiraLos Obstáculos Epistemológicos y la Estética Feminista

2 de diciembre de 20210

Caso: “Marea Verde” en Argentina

Victor Rivadeneira Cabezas

Resumen.

El presente artículo describe cuales son los obstáculos epistemológicos, internos y externos, que inmovilizan las transformaciones en los procesos sociales, y pretende realizar un primer acercamiento a cómo la estética ayuda a superar dichos obstáculos. Para sustentar lo dicho, lo contrastamos con el proceso del movimiento feminista y de mujeres en la denominada “marea verde”, proceso que se generó en el marco de la aprobación legislativa del “Proyecto de despenalización y legalización del aborto”, en  Argentina. Dicha marea, con ayuda de expresiones artísticas, sensibilizó a la sociedad respecto al concepto de la normativización de las y los cuerpos y, por lo tanto, generó la necesidad de un nuevo concepto sobre el cuerpo de las mujeres gestantes –nuevo conocimiento válido– que está en pugna en el campo jurídico.

  1. Introducción.

Como antecedente se debe considerar el criterio de epistemología o conocimiento válido  generado en base a las relaciones sociales; y, por tal, la necesidad de superar las producciones teóricas inspiradas en el idealismo filosófico, que pretenden explicar la realidad sustraída de toda dimensión material, para efectuar abordajes que den cuenta de la íntima relación entre teoría y práctica. Si bien la teoría es transformadora en sí misma, es insuficiente para incidir en los cambios sociales y políticos requeridos.

En dicho marco, se analizará los obstáculos epistemológicos de carácter interno y externo que impiden la transformación social; con lo cual, se pretende responder cuáles son dichos obstáculos, sin ánimo de agotarlos; y, proponemos como un elemento superador la dimensión estética en la praxis social.

Como ejemplo visualizamos la estética feminista que ha irrumpido en Latinoamérica, y ha permitido superar la inmovilización social fruto de los obstáculos epistemológicos, al proponer nuevos conocimientos válidos, que actualmente están en pugna y buscan su legitimización a nivel jurídico.  Lo dicho se evidencia al analizar la denominada “marea verde”, que se generó en el marco del debate legislativo del “Proyecto de despenalización y legalización del aborto”, en Argentina. Marea que sensibilizó a la sociedad por medio de expresiones estéticas –plásticas, literarias, escénicas, etc. – respecto, entre otros, al concepto de la normativización de los cuerpos de las mujeres gestantes, y, por lo tanto, la exigencia de cambio en el marco jurídico.

  1. Epistemología y su transformación.

Las experiencias sociales producen y reproducen conocimientos, en este proceso presuponen –a priori– una o varias epistemologías. Epistemología es la noción o idea, reflexionada o no, sobre las condiciones y método de lo que cuenta como conocimiento valido en un espacio y tiempo determinado. Dicha experiencia es intencional e inteligible por medio del conocimiento válido, es decir, no hay conocimiento sin práctica y actores sociales; por lo tanto, las relaciones sociales –prácticas y actores– que son diferentes, pueden dar lugar a diferentes epistemologías.[1]

Se vuelve necesario en el campo del derecho, y en general en las ciencias sociales, superar las producciones teóricas inspiradas en el idealismo filosófico, que tienen como objetivo “elevar” el conocimiento epistemológico meramente abstracto a lo concreto, es decir pretende apropiarse de la realidad concibiendo al conocimiento como una instancia más y separada del proceso de producción social. Se vuelve imperativo que en el proceso de conocimiento no caigamos en el empirismo puro o la axiomatización de la realidad.[2]

Alicia Ruiz respecto a la necesaria comunión entre la teoría y práctica, escribió, al igual que Judith Butler[3]:

“que la teoría es en sí misma transformadora, aunque insuficiente para incidir en los cambios sociales y políticos que requieren, además otras intervenciones (acciones sociales, políticas, trabajo sostenido, práctica institucionalizada). […] Esas intervenciones no son lo mismo que el ejercicio de la teoría, pero en todas ellas se presupone la teoría […] aun cuando la teoría por sí sola no transforma la realidad, es indispensable para provocar, comprender y realizar cambios en el mundo social […]”.[4]

Sobre la importancia teórica en la transformación, la epistemología crítica feminista plantea reconstruir las teorías con la práctica, pues, la teoría se funda en el reconocimiento del carácter estructuralmente masculino de los sistemas modernos de la ciencia y del derecho; se trata, para la estrategia feminista, de colaborar con la ciencia y con el derecho androncéntrico, haciendo valer el punto de vista, los conceptos y las cualidades específicamente feministas; y, en la práctica es la transformación o sustitución de los sistemas masculinos a través del empleo de instrumentos de conocimiento y de acciones socialmente conferidas a las mujeres que son excluidas de la organización de la ciencia y del derecho “normales”.[5]

  1. Los obstáculos epistemológicos.

La pretensión transformadora en general, y en particular del feminismo, se encuentra con algunos obstáculos epistemológicos de carácter interno y externo. Con referencia al primero, Bachelard[6] lo define como estancamientos y retrocesos, confusiones y entorpecimientos del acto mismo de conocer, separándolo de los obstáculos “externos” que son los criterios dominantes del conocimiento válido.

A nivel interno, sostiene Bachelard, lo real no es lo que podría creerse, sino siempre lo que debería haberse pensado, ya que el conocimiento de lo real no es jamás inmediato y pleno, los hechos y las cosas nada nos dicen de su naturaleza íntima o sustancia. Siempre conocemos en contraposición de un conocimiento anterior, no podemos conocer volviendo a nuestra conciencia ingenua por decreto para prescindir de hechos frente a un fenómeno cognoscitivo.[7]

Entonces, conocemos en contra de un conocimiento anterior, superando errores, transcendiendo intuiciones, destruyendo opiniones y sentido común. Siendo así el primer obstáculo a superar, en el trayecto del conocimiento valido, la opinión o creencia, el conocimiento previo, la representación vulgar de los fenómenos.[8] El conocimiento validado, por lo tanto, no es espontáneo o una mera recopilación de datos o hechos, sino plantear los problemas correctamente; este sentido del problema es el verdadero trabajo científico y el resultado del conocimiento adquirido por esfuerzo científico puede derrotarse, pero esta derrota implica un nuevo obstáculo, porque esas ideas científicas nos resultan útiles, por tal se transforman en un valor por sí mismo, y este valor en sí se opone a la transformación y superación de los valores. Cuando el trabajo científico prefiere lo que confirma su saber, a aquello que lo contradice, su desarrollo se detiene.[9]

El obstáculo epistemológico también puede ser estudiado por el desarrollo histórico del pensamiento científico, y, para tal objetivo, el epistemólogo, en un trabajo diferente al historiador, debe considerar los hechos que repute como positivos para el avance de la ciencia, tomar los hechos como ideas articulándolos en un marco de racionalidad; también, debe hacerse cargo de las variaciones psicológicas en la interpretaciones de un mismo texto, es decir, en una misma palabra relucir sus diferentes connotaciones acorde al sujeto que conceptualiza. Estos son elementos que permiten superar dicho obstáculo. Un proceso similar debe darse en la educación para superar el obstáculo pedagógico, pues, el estudiante o quien intenta adquirir conocimiento científico trae consigo conocimiento empírico naturalizado. Por tal, el trabajo del educador debe ser de-construir, desarmar previamente el conjunto impuro de intuiciones básicas.[10]

Respecto al carácter externo del obstáculo epistemológico, una arista en el marco de las relaciones sociales –que es muy amplio y complejo– es el abordaje respecto a mostrar que los criterios dominantes del conocimiento válido en occidente se impuso como «la» referencia universal y androcéntrica, creando una jerarquía intelectual, donde las tradiciones culturales e intelectuales de los países centrales o del Norte se imponen, porque se ha naturalizado que es superior, es decir, el Norte impone al resto del mundo su interpretación de la realidad, los valores y las instituciones necesarias para su gestión.[11]

Aún más, el criterio dominante no reconoce como válidos otros tipos de conocimiento que no sean los producidos por la ciencia moderna, provocando un epistemicidio masivo o la destrucción de una variedad inmensa de saberes. Lo dicho, provoca incapacidad de los sometidos para representar al mundo con sus propios términos. En esta situación, no es posible promover la justicia social sin promover la justicia entre las diversas formas de conocimiento, es decir, no hay justicia social sin justicia cognitiva.[12]

Esta reproducción de ausencias, por la racionalidad monocultural del saber y del rigor o validación del conocimiento, es el modo de producción de no-existencia más poderoso. Esto consiste en la transformación de la ciencia moderna y de la alta cultura en criterios únicos de verdad y de cualidad estética, respectivamente. Todo lo que el canon no legitima o reconoce es declarado inexistente. La no existencia asume aquí la forma de ignorancia o de incultura.[13]

La lógica tradicional de construcción de conocimiento produce  la clasificación social, la cual se asienta en la monocultura de la naturalización de las diferencias. Consiste en la distribución de las poblaciones por categorías que naturalizan jerarquías. La clasificación racial –colonialismo–, de género –patriarcado– y clase –capitalismo– son las manifestaciones más señaladas de esta lógica. En este caso la no-existencia es producida bajo la forma de una “inferioridad insuperable”, por ser “natural”. El inferior lo es porque es insuperablemente inferior y, por lo tanto, no puede constituir una alternativa creíble frente a quien es superior.[14]

Los mencionados obstáculos epistemológicos, no agotados, generan inmovilidad a nivel conceptual y pragmático; por lo tanto, impiden transformaciones sociales, que deben ir acompañadas con el reconocimiento de derechos colectivos. Ante ésto es ineludible la pregunta: ¿cómo se podría superar dichos obstáculos? Lo que obliga a plantear soluciones o alternativas, para lo cual proponemos mirar el proceso feminista que irrumpió e irrumpe en la manera de generar conocimientos para superar la clasificación impuesta por la monocultura tradicional, pues, aporta fundamentos teóricos para la investigación científica con un enfoque de género para la interpretación y explicaciones de los fenómenos o procesos sociales, culturales y políticos de los que son parte. Lo dicho confronta políticamente con el sujeto hegemónico portador del saber.

Este proceso de superación vino respaldado por la estética, el cual ayudó, a nuestro entender, a vencer varios obstáculos epistemológicos y, por lo tanto, en la construcción de saberes validados que dio, da y dará paso a transformaciones en el reconocimiento de derechos. Por este motivo, proponemos analizar la dimensión estética del proceso generado por el feminismo en la campaña por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, en Argentina.

  1. Estética y estética feminista.

El significado etimológico de la palabra estética proviene del griego aisthetikos que significa sensible, sensación o percepción. Si bien la definición de lo estético no está libre de complejidades y debates, destacamos para este abordaje el concepto que lo establece como la asimilación del mundo como actividad creadora y esclarecedora, y su objeto la transformación de la naturaleza y la sociedad.

Es importante mencionar que el arte es la creación artística que forma parte del objeto de la estética como su aspecto principal. Siendo una ciencia conceptual, al igual que la filosofía, la estética esclarece los diversos aspectos de la naturaleza del arte y del proceso de creación artística: el origen del arte, su esencia y nexo con otras formas de la conciencia social, sus regularidades históricas, las peculiaridades de la imagen artística, la interconexión de forma y contenido en el arte, el método artístico y el estilo, su papel social transformador. En otras palabras, el análisis es la estética, y una de sus expresiones es el arte.[15]

Ahora bien, la relación del arte con la sociedad está definido por los antagonismos no resueltos de la realidad que retornan en las obras de arte como los problemas inherentes de su forma. En otras palabras, las relaciones de tensión en la sociedad se expresan en las obras de arte. Este arte, empírico, está en concordancia con el argumento de Hegel, en contra de Kant, que al poner una barrera se atraviesa la barrera y se acoge aquello contra lo que había sido levantada (superando obstáculos, que pueden ser epistemológicos), lo cual es una crítica al principio l’art pour l’art, [16] principio que pone al arte como su bien supremo, en pura abstracción, sin relación empírica antagónica o dialéctica.

Este antagonismo se evidencia actualmente desde el movimiento feminista y de mujeres cuando ponen en evidencia el androcentrismo imperante en la sociedad, la cultura, la política, la historia, las ciencias y su conocimiento, etc. Lo que generó, desde el feminismo, el abordaje del arte como una herramienta para cuestionar “la historia del arte como relato cerrado y analizarla como un relato androcéntrico que anuló a las mujeres artistas”, y, también, es una vía para rebelarse y construir otros relatos posibles, otros modos de vivir y entender el campo, social y cultural, con sus intimas representaciones transdisciplinares.[17]

El arte feminista es en relación a un “otre”[18] y tiene la función de despatriarcalizar la sociedad, como escribe la artista y activista Marta Galindo: “la despatriarcalización por tanto, no es un proyecto individual, sino un proyecto colectivo […] es cohesión en la medida en la que actuamos desprendidas de nuestro lugar común […] la despatriarcalización nos permite entender la desobediencia cultural como una estrategia liberadora”.[19]

Por lo cual, el arte feminista no pone el eje en cumplir las reglas de la estética hegemónica, porque el arte es un medio de trasformación de los sentidos impuestos por el patriarcado monocultural. Por ese motivo, podría decirse que existen varias estéticas feministas, porque varias son las formas de expresión, sus símbolos, que incluye el lenguaje escrito y hablado[20], su discurso, las vivencias, los grafiti, las telas, los canticos; el arte es una bandera, es un pañuelo, es un color, una canción, son las y los cuerpos, etc.

Las y los cuerpos unidos luchan por sus derechos, que se expresan a través del arte y ponen en cuestionamiento “los posicionamientos jurídicos-liberales y neoliberales que invocan el derecho de propiedad sobre el cuerpo como sustento de la autonomía sobre este”[21].  Mi cuerpo no es una propiedad, mi cuerpo es con y a través de un “otre” -intersubjetividad-. Las y los cuerpos en la calle con su expresión artística[22] lograron visibilización del cuerpo de las mujeres y personas gestantes, históricamente arrojadas al silencio y a la clandestinidad, y con ello se puso en cuestionamiento su subjetividad. Hecho relevante en la denominada “marea verde”.

  1. Marea verde.

El movimiento feminista y de mujeres[23] es un orden social, cultural y político, integrada por la diversidad de género, diferentes clases sociales y generacionales. Específicamente, la “marea verde” [24] surge en el marco del debate parlamentario del “Proyecto de despenalización y legalización del aborto” y es, entre otras aristas, una expresión artística que utiliza la estética feminista como instrumento de visibilización de las consecuencias de la penalización del cuerpo de las mujeres y personas gestantes; en otras palabras, reivindica la soberanía sobre los cuerpos habitados,  para redefinir su esencia y existencia. Lo cual permite una reconstrucción del cuerpo, que se ubica en otra parte y obliga al derecho con su discurso simbólico a modificarse.[25]

La “Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito”, como movimiento social, tiene sus simientes en el “XVIII Encuentro Nacional de Mujeres” realizado en Rosario, Argentina, en el año 2003; y en el “XIX Encuentro Nacional de Mujeres” desarrollado en Mendoza, Argentina, en el 2004. Los dos encuentros nacen en 1985, cuando un grupo de mujeres argentinas participó en la “Clausura de la Década de la Mujer en Kenia”, África; y a su retorno sintieron y pensaron en la necesidad de autoconvocarse para tratar la problemática específica de las mujeres en Argentina. [26] 33 años después, 2018, el “XXXIII Encuentro Nacional de Mujeres” en Trelew, Argentina, participamos aproximadamente 65.000 personas.[27]

La Campaña Nacional está impulsada desde grupos feministas y del movimiento de mujeres, como así también desde mujeres pertenecientes a movimientos políticos, sindicales, sociales, académicos, de derechos humanos, trabajadoras de la salud, diversos movimientos culturales, entre ellos redes campesinas y de educación, organizaciones de desocupadas, de fábricas recuperadas, grupos estudiantiles, comunicadoras y comunicadores sociales, etc.

La Campaña ha sido fundamental, con sus acciones y articulaciones, para que el derecho al aborto se haya  instalado como debate social y político, como una causa justa para recuperar la dignidad de la mujer; también, se interpela al Estado Laico para la generación de políticas públicas federales que permitan la accesibilidad a los derechos a la salud de las mujeres y personas gestantes. Éstos son los puntos que unifican a los objetivos comunes del movimiento de mujeres y el feminismo.

Ahora bien, retomando la “marea verde” y su expresión creativa, aquella resignifica la estética a su favor, y su expresión sensibiliza a la sociedad, no solo argentina sino latinoamericana, con sus arengas: si no hay aborto legal, que quilombo que se va a armar; con sus consignas: educación legal para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir­; con su emblemático pañuelo verde: inspirado en el pañuelo blanco de las abuelas de la plaza de mayo; las pibas con sus rostros pintados; la cumbia feminista[28], la batucada; la hora verde en la literatura[29]; el lenguaje inclusivo; telas artísticas, grafitis, diseños gráficos; etc.

Lo estético es producto de un conocimiento válido adquirido en los procesos sociales, en este caso se evidencia en la denuncia al derecho, o su normativa, respecto al aborto, pero va más allá el análisis feminista del derecho[30], pues ha puesto en cuestión principios básicos del sistema jurídico, como por ejemplo: la idea de neutralidad, ¿quién es este sujeto de derecho de género neutro?; o el principio de igualdad ante la ley, ¿igual entre quiénes?, ¿qué se considera por igualdad?, ¿puede la igualdad incluir diferencias?[31]. Al dar respuestas a algunas de las preguntas planteadas se evidencia que socialmente las normas no son neutras porque solo sujetan a las mujeres al derecho, pero no las reconoce como sujetas de derecho; es decir, no hay una igualdad ante la ley porque las normas –o mejor dicho: sus normas patriarcales- solo tienen como finalidad, en el caso del aborto, sancionar “cuerpos desviados” de las conductas socialmente convenidas en un sistema de producción.[32]

Lo dicho es importante porque fruto de la sensibilización de la sociedad, por medios estéticos, se han generado trasformaciones sociales, en parte y que deben profundizarse, al concepto de aborto y sus implicaciones, para permitir cambios normativos sobre las nuevas subjetividades.  Vale mencionar que no está agotada  y es una lucha de las mujeres y del movimiento feminista que se remonta históricamente desde que comenzó su penalización, en Inglaterra en 1803.

En Argentina, gracias al resultado de la acción del movimiento feminista y de mujeres -presentes y ausentes- que abandonaron “el cuerpo normado” se logró impactos a nivel normativo, pues, en 2012 la Corte Suprema de Argentina, en el fallo F.A.L., ratificó que no son punibles los abortos en casos de violación, sin importar la salud mental de la mujer y aclaró que no es necesario recurrir a la justicia para que autorice el aborto, sino que es suficiente que la mujer realice una declaración jurada ante el médico manifestando que fue violada. También, en el marco de “la marea verde” se logró aprobar el “Proyecto de despenalización y legalización del aborto” en la Cámara de Diputados y Diputadas de la Nación Argentina, el 13 de junio de 2018; sin embargo, en la cámara de senadores la ley no se aprobó.

En definitiva, la “marea verde” con ayuda de la estética feminista generó conocimiento válido fruto de la práctica social superando los obstáculos epistemológicos, y también sensibilizó a la sociedad para materializar transformaciones que en un corto tiempo serán recogidas por la norma, ésto es: que nuestros cuerpos no sean criminalizados por la decisión libre de abortar.

  1. Conclusión.

El conocimiento válido se da en las relaciones sociales –práctica y actores sociales–. Por lo cual es fundamental superar las producciones teóricas inspiradas en el idealismo filosófico, que pretende explicar la realidad sin vivir lo concreto sustraída de toda dimensión material. Por tal, la importancia de hermanar la teoría y la práctica; si bien la teoría es transformadora en sí misma, es insuficiente para incidir en los cambios sociales y políticos requeridos.  Un ejemplo a destacar es la epistemología crítica feminista que plantea transformaciones en la teoría, pero acorde a los procesos sociales y políticos de resistencia y lucha contra el patriarcado vividos a lo largo de la historia.

El proceso feminista y de mujeres tuvo –y tiene­– sus obstáculos epistemológicos de carácter interno y externo. A nivel interno la cultura patriarcal naturalizada en los conocimiento valido[33], por tal las opiniones y/o creencias machistas de la sociedad, y así mismo un nuevo obstáculo porque esas ideas científicas o validadas del patriarcado les resulta útiles en ciertos aspectos, por ejemplo: las herramientas sociológicas o antropológicas para demostrar que nuestra sociedad es androcéntrica, por tal se genera  un valor en sí mismo en dichos conocimientos, y este valor en sí se opone a la transformación y superación de los valores.

El obstáculo epistemológico externo del feminismo, sin pretender agotarlo, está constituido precisamente por los criterios dominantes del conocimiento válido en occidente que se impone como «la» referencia universal y androcéntrica.

Si bien merece todo un trabajo investigativo para develar cómo han ido superando los obstáculos epistemológicos los movimientos de mujeres y feministas, la propuesta en el presente trabajo fue describir en un primer acercamiento cómo la estética feminista ha ayudado a superar la inmovilización social fruto de los obstáculos epistemológicos, lo cual se vuelve esclarecedor al analizar la denominada “marea verde”, que se generó en el marco de la aprobación legislativa del “Proyecto de despenalización y legalización del aborto”. Dicha marea con ayuda de la estética, por ejemplo: la ola verde literaria, o el teatro visualizando la revictimización de la mujer que abortó y tiene que pagar una condena en prisión, etc. sensibilizó a la sociedad respecto al concepto de la normativización de las y los cuerpos –entre otros conceptos, como el principio de igualdad o de neutralidad de la ley­– y, por lo tanto, generó la necesidad de un nuevo concepto sobre el cuerpo de las mujeres gestantes, que se refiere en poner el eje en la mujer y su decisión a la maternidad, el cual está en pugna en el campo jurídico.

[1] Boaventura Santos, Epistemologías del Sur (Akal, 2014), 5.

[2] Carlos María Cárcova, «Bachelard y la Noción de Obstáculo Epistemológico», en Las Teorías Jurídicas Post Positivistas (Buenos Aires: Abeledo Perrot, 2007), 7-8.

[3] En: Judith Butler, Cuerpos aliados y lucha política. hacia una teoría performativa de la asamblea, 2017.

[4] Alicia Ruiz, Douglas Price, y Carlos Cárcova, La letra y la ley. Estudios sobre derecho y literatura (Buenos Aires: Abeledo Perrot, 2014), 72.

[5] Alessandro Baratta, «El paradigma del género: Desde la cuestión criminal a la cuestión humana», en Responsa Iurisperitorum Digesta (España: Universidad de Salamanca, 2000), 199-242. 216.

[6] Gastón Bachelard, La formación del espíritu científico (Argentina: Siglo XXI, 2000).

[7] Cárcova, «Bachelard y la Noción de Obstáculo Epistemológico», 5.

[8] Ibíd.

[9] Ibíd., 8-9.

[10] Ibíd., 9.

[11] Para conocer sobre este tema ver, entre otros, Dussel (1995), Goody (2006) y Santos (2007, 2014).

[12] Boaventura de Sousa Santos, «Introducción a las epistemologías del sur.», en Epistemologías del Sur (Akal, 2014), 29.

[13] Santos, Epistemologías del Sur, 30.

[14] Ibíd., 31.

[15] Razinkov, Diccionario de Filosofía (España: Editorial Progreso, 1984).

[16] Theodor W. Adorno, Teoría estética, vol. 67 (Ediciones Akal, 2004), 15.

[17] Argentina UNA-Universidad Nacional de las Artes, «Arte y feminismo», accedido 10 de julio de 2019, https://criticadeartes.una.edu.ar/cursos/arte-y-feminismo-_23359.

[18] La razón y la verdad objetiva del “sujeto racional” se imponen en un “Uno”, el cual constituye el “Otro” y por exclusión la “Otra”; por ello la crítica feminista utiliza la demolición de esos conceptos por el de “Otre”, que implica una construcción social del género autopercibido -no diferencias biológicas-, es decir a las diversidades, y no solamente al “Uno”.

[19] María Galindo, Feminismo urgente: a despatriarcar!: Mujeres Creando (Lavaca, 2013), 178.

[20] Una de las aristas más importantes para superar el patriarcado es la des-masculinización del lenguaje, con la propuesta de un lenguaje inclusivo.

[21] Patricia González Prado, Autonomía sexual de las mujeres: El aborto como espiral despatriarcalizadora del derecho (Buenos Aires: Didot, 2016), 103.

[22] En los diferentes procesos de lucha, por ejemplo: para conseguir la despenalización del aborto por causal de violación y, recientemente, en el debate legislativo para despenalizar el aborto.

[23] Para profundizar sobre el movimiento feminista recomendamos: Friedrich Engels, El origen de la familia, de la propiedad privada y del estado (Akal, 1924); Simone De Beauvoir, El segundo sexo (Buenos Aires: Siglo XXI, 1981); Judith Butler, Los sentidos del sujeto (Herder, 2016); Butler, Cuerpos aliados y lucha política. hacia una teoría performativa de la asamblea; Judith Butler y Patricia Soley-Beltrán, Deshacer el género (Barcelona: Paidós, 2006).

[24] El color que acompaño la campaña es el verde, principalmente el pañuelo verde que es una inspiración del pañuelo blanco de las abuelas de la plaza de mayo.

[25] Beatrz Espinosa Pérez, Derecho y Maternidad. El lenguaje jurídico ante la transformación de un mito (Vniversitas, 2006), 297.

[26] Argentina Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito «Quiénes somos – Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito», accedido 8 de septiembre de 2019, http://www.abortolegal.com.ar/about/.

[27] Argentina, «Historia del encuentro | 34o Encuentro Nacional de Mujeres», accedido 8 de septiembre de 2019, http://encuentrodemujeres.com.ar/historia-del-encuentro/.

[28] Recomendamos escuchar a Natalia Oreiro, las conchudas, Pili Rubi / B3X Prod.

[29] Argentina «Una ola verde en literatura: los mejores libros feministas de 2018», 9 de diciembre de 2018, https://www.lanacion.com.ar/cultura/una-ola-verde-literatura-mejores-libros-feministas-nid2200334.

[30] Para profundizar sobre el tema recomendamos: Haydée Birgin, El derecho en el género y el género en el derecho (Buenos Aires: Biblos, 2000).

[31] Beatriz Kohen, Feminismo jurídico en los países anglosajones: el debate actual, 2000, 77.

[32] Alicia Ruiz, «La construcción jurídica de la subjetividad no es ajena a las mujeres», en El Derecho en el Género y el Género en el Derecho, 2000, 21.

[33] Simone de Beauvoir en: El segundo sexo, visualiza como los datos de la biología, el psicoanálisis, el marxismo con su materialismo histórico, han subordinado a la mujer.

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